Explicación
Esta frase nos invita a reflexionar sobre cómo la verdadera felicidad radica en los momentos más sencillos y cotidianos de la vida. No es necesario buscar grandes logros o acumular bienes materiales para sentir plenitud; basta con apreciar y valorar las pequeñas cosas que nos rodean cada día. Como en un jardín, cada momento simple tiene su propia belleza y valor, contribuyendo a nuestro bienestar general y felicidad. Es un recordatorio para desacelerar, ser conscientes del presente y cultivar nuestros días con las semillas de la gratitud, el amor y la simplicidad.