Explicación
Esta frase habla sobre los desafíos y dolores que enfrentamos mientras crecemos y evolucionamos. Cada experiencia difícil, cada momento de dolor, deja una ‘cicatriz’ en nuestro espíritu, pero también marca un momento de aprendizaje y transformación. Es una invitación a ver las dificultades no como fracasos, sino como pruebas de nuestra capacidad de resiliencia. Las cicatrices se convierten en recordatorios de nuestra valentía y de las lecciones que hemos aprendido a lo largo del camino. Al apreciar nuestras cicatrices, estamos reconociendo nuestro crecimiento y honrando nuestro recorrido personal a través de la vida.